lunes, 28 de junio de 2010

Salpicaduras de sangre en la pared, el homicida no puede ocultar su pecado, el ojo que todo lo ve, se cierne sobre la macabra escena. El daño ya está hecho, de la muerte no se vuelve al menos que hagas un pacto con el diablo, pero él te quiere ardiendo en los infiernos, la víctima grita con desesperación, pero sólo el silencio se hace eco de su dolor desgarrador, pues la voz, ya retumba en la tierra de los muertos.

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