viernes, 27 de agosto de 2010

Ya mis sueños naufragan en la profundidad de los mares, ya mis alas no responden, ya mi cuerpo se arrastra por el inframundo, ya mi fétida herida se desangra, ya los ruiseñores no cantan en mi ventana, ya el espejo no me devuelve la imagen que se asemeje a lo que era, ya no me aferro a la vida, ya mi alma, mi alma se escapa.
Sin fuerzas para seguir y sintiéndote derrotado, las manos amigas que esperas se refriegan de placer y se ocultan tras las excusas vanas, y como un muerto pobre al que nadie visita su tumba, te sientes solo esperando que las fuerzas que no conoces borren el dolor de tu alma.
En el silencio de la noche, con las bestias asechando en la oscuridad, mi alma vaga trémula entre gritos ahogados de soledad, buscando el abismo infinito que me guíe hasta el infierno en donde los cuerpos son despedazados por tridentes de odio.