martes, 29 de junio de 2010
Que Dios cuide tus espaldas del puñal traicionero, que los ángeles venzan en tus sueños a las bestias de tus pesadillas, que las palabras suaves te cuiden de las injurias, que el silencio aleje a los malos pensamientos, que la tumba oscura no sea tu morada, que el calor derrita el frío de tu alma y que no encuentres en la muerte… la salida inesperada.
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